Para la producción de los dientes prefabricados es preciso preparar los materiales de esmalte, dentina y cervicales en los colores correspondientes.
La mezcla tiene lugar del mismo modo que en un obrador de panadería. Tras pesar con exactitud los ingredientes, se mezclan entre sí para obtener una masa. En primer lugar se vierte el material de base en el recipiente mezclador grande. “Hay que asegurarse de verter el polvo en el recipiente de mezclado de forma realmente lenta, ya que de lo contrario se escapa en todas las direcciones”. En un segundo paso se añade con cuidado el líquido monomérico: “¡No puede derramarse nada!”.
En cuanto el polvo y el líquido entran en contacto, da comienzo la maduración de la masa. Las partículas de polvo son disueltas por el líquido y se hinchan. Se hace descender el potente mecanismo batidor, se sumerge en la mezcla y se pone en movimiento hasta obtener una masa homogénea. Dependiendo de la fórmula, el mecanismo batidor hace su trabajo durante un tiempo exactamente definido hasta que la masa de composite está lista. Se levanta el mecanismo batidor y se retira la masa del recipiente de mezclado. Para ello se utiliza una espátula, a fin de no desperdiciar nada del valioso contenido.
A continuación se limpian meticulosamente el mecanismo batidor y el recipiente para prepararlos para un nuevo mezclado. Mientras tanto, se detiene la maduración de la masa de composite. Pulcramente envasada y provista de su correspondiente código de barras e información sobre el material, la masa reposa a temperatura bajo cero en un arcón congelador, esperando el momento de su uso.